Beatriz Camacho
Cuando se le pregunta en qué momento sintió el llamado a estudiar una carrera que se mueve entre la creación y el espectáculo. Beatriz Camacho tiene que decir que quizá no fue una decisión autónoma, sino de los demás.
"Diferentes personas me decían que tenía que estudiar algo creativo, porque era mi mejor habilidad. Siempre me incliné por administración de empresas, pero fue la gente la que terminó convenciéndome y después de pensarlo mucho me decidí por el diseño de modas", dice. Las dudas nacieron porque a pesar de que este oficio sí encajaba con sus cualidades, no se parecía mucho a su personalidad, pues confiesa que es tímida y retraída y la moda nada tiene de eso.
Recién terminó el bachilletaro en el gimnasio Cartagena de Indias, se fue directo a Boston a estudiar en el New Bury School of Fashion design, una escuela de diseño de modas. Fueron tres años que disfrutó a pesar de que estuvo sola, ni siquiera regresó al país en época de vacaciones. "Siempre traté de visitar otros lugares, a las afueras de la ciudad como Providence y Salem. Aproveché al máximo esa oportunidad de la que le estoy muy agradecida con mi papá, quien fue el que realmente me ayudó a descubrir el trabajo para el cual estaba llamada".
La vida lejos de su casa no terminó en Estados Unidos. Luego de finalizar su formación en diseño, Beatriz tenía que encontrarse con ese primer sueño de convertirse en administradora. Por eso partió para Roma a estudiar, en la escuela Callegari, patronaje y organización de la producción industrial, pues, según ella, aunque la moda se entienda al lado de lo fashion y todo sea muy bonito, hay que aterrizarla y parte de la realidad está en los negocios, en saber cómo se hace una hoja de costo, cómo se organiza un proyecto, etc. Pero además, allí se enamoró del arte, pues "Roma es una ciudad que estimula por todos los lados", dice.
La moda la siguió persiguiendo. Recuerda que después de la escuela se iba para las tiendas de los grandes diseñadores y observaba las prendas por el derecho y el revés con una minuciosidad exquisita, pues esta era otra forma de aprender. Otros tres años sin regresar a casa. Había llegado la hora de volver, definitivamente deseó encontrar su punto de retorno, de origen. Beatriz, entonces, llega a Cartagena, su tierra natal, desde allí comenzaría su carrera y una nueva vida, pues el amor consiguió anclarla en un solo sitio.
Un Ascenso por Peldaños
Lleva ocho años en un oficio que a diario se mueve entre telas, dibujos, máquinas, creación y un taller. A su regreso de Europa, a los 23 años, Beatriz se embarcaría en un proyecto que sin duda fue la semilla de lo que hoy ella significa para la moda colombiana. "Cuando llegué a Cartagena quise trabajar en algún sitio que ya estuviera montado, como asistente, modista o lo que fuera, pero no fue fácil y me dije: voy a lanzarme".
Fue entonces que con la ayuda de su papá pidió un préstamo de siete millones de pesos. Con ese dinero compró cuatro máquinas planas y una fileteadora y decidió montar un taller. Puso un aviso en el periódico para contratar modistas, se presentaron 20, pero sólo escogió las cuatro mejores. Empezó primero a enseñar cómo pegar un cierre, una manga, cómo hacer una costura recta en máquina plana, etc., pues todavía no podía lanzarse a hacer una colección, sólo tres meses después lo logró. Trabajaba además en la noche en el almacén Magaly París, haciendo vitrinas.
"Eso ha sido lo más difícil que he afrontado en mi carrera. Había momentos donde me desesperaba porque tenía pendiente un préstamo, debía producir y nada que arrancaba. Me entraban unas mariposonas del tamaño de pájaros prehistóricos en el estómago", dice con cierto humor pues a pesar de todo, esa época la recuerda con mucho cariño.
Pero el punto exacto donde Beatriz se encuentra con el destino para el cual estaba llamada fue un foro que organizó Alicia Mejía, directora de Colombiamoda. "Cuando llegué, ella me dijo: qué chaqueta tan linda tienes! Y me pregunto que de dónde había salido. Le contesté que era mía. No puede ser!, está superbien hecha, por qué no participas en Colombiamoda , me dijo". Y con claro acento costeño cuenta que en ese instante se dijo a sí misma: " hombre!, yo sí sirvo, si funciono, voy pa lante".
Sin duda, ese golpe combinado con suerte, destino y sueños, la llevó al año siguiente de ese encuentro a participar en Colombiamoda 92. "Me fue espectacular, nunca pensé que me ordenaran tantos pedidos. Fue la locura, no alcanzaba a cumplir con lo que me pedían. Dejé de despachar la mitad, no tenía capacidad para tanto. Alicia no tiene la más mínima idea de lo que ella ha sido en mi carrera", afirma.
El año 93 es quizás uno de los más importantes. No solo llevó a cabo su primer desfile con Coltejer por Medellín y Bogotá, al lado de Eulalia Piedrahíta y Carlos Pinel, sino que su vida cambió de nuevo. Se casó con el hombre que logró que no se devolviera de nuevo a otra tierra extranjera, era él ahora quien le proponía dejar Cartagena para hacer una vida juntos en Barranquilla. Tuvo que volver a empezar pero el apoyo de su esposo fue decisivo. Allí vive hace ocho años, donde al igual que en Cartagena tiene su propia tienda, feliz con sus hijos: una pequeña de 5 años y gemelos de 2. Dice que a veces se siente culpable por no dedicarles todo el tiempo. Sí, ella es una trabajadora incansable, pero aún así busca estar con ellos como sea, en esos momentos no recibe a nadie.
Cada quien tiene un estilo
Beatriz Camacho asegura con total convencimiento que encontró un estilo y que este lo halló desde el principio. Se inclina por mostrar una mujer ultra femenina, sensual y actual. Ella tiene su propias reflexión en torno a lo que significa la moda, pues a pesar de vivir rodeada de ella, cree firmemente que su trabajo no debe ser para decir qué está de moda o para imponer parámetros generales. Todo lo contrario, su gran esfuerzo está en lograr que cada persona se encuentre consigo misma, saque su propio yo y descubra lo que quiere y con lo que se siente bien. "Diseño para mujeres que sean libres y se sientan libres hasta de la moda", afirma.
De esa manera es que ha logrado ser tan perceptiva, como ella lo afirma, un trabajo casi de sicóloga, pues le interesa que su cliente fabrique a través de lo que habla, desea y quiere, su propio estereotipo de moda y estilo. En este caso, Beatriz se convierte en un vehículo eficaz para emprender esa búsqueda.
"La moda es el reflejo del espíritu de cada persona y por eso es completamente individual. Cada quien tiene su propio de estilo de acuerdo con las exigencias de su cuerpo, su alma, de su manera de ser y de su trabajo ", señala.
De ahí que lo que usualmente se conoce como las últimas tendencias, las maneje con respeto y de manera tímida. Sueña con exportar. En este momento vende en Venezuela y Pánama, pero necesita que ese proyecto se consolide más. Así que el futuro determinará. Por ahora trabaja, continúa en su tarea de hacer moda para personas dispuestas a lanzarse a la búsqueda de su interior y desde allí reflejar lo que son en una prenda, marca Beatriz Camacho.
El aire, una inspiración
Lo más reciente de Beatriz Camacho pudo apreciarse en Medellín en el marco de Colombiamoda. El tema que le correspondió, el aire:
* Veintidós vestidos de cóctel, ideales para fin de año, que hicieron realidad la idea de algo intangible a través de elementos como: plumas, lentejuelas, velos, transparencias superpuestas y encajes.
* Los colores también se trabajaron de acuerdo con las cualidades del viento. En la tarde, los grises y para interpretar un atardecer nada mejor que los tostados: color piel y canela.
* La segunda colección, su línea casual en tonos tierra y materiales como el lino. En esta se distinguen los bordados y elementos decorativos como cinturones a la cadera.
Tomado de http://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-699210
Instagram: @beatrizcamacho3
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